Mi cuento es el siguiente:
“ÉRASE
UNA VEZ…”
Érase una vez un
príncipe al que le gustaba mucho ir a caminar por el bosque… y una fría mañana
de enero sucedería algo extraordinario que cambiaría por fin el resto de su
vida.
Ese día el bosque
estaba especialmente hermoso, las hojas de los árboles brillaban con una tenue
luz, debido a la escarcha que se había depositado sobre ellas en el transcurso
de la noche y el lago estaba completamente helado. El príncipe se encontraba
absorto en sus pensamientos cuando, de repente, algo distrajo su atención. Al
otro lado del lago vio a la criatura más hermosa que jamás hubiera imaginado.
Era una muchacha con una larga melena rubia y un poco menuda. El príncipe
observaba sus movimientos escondido tras un matorral y vio cómo se calzaba una
especie de cuchillas en sus delicados pies y como, con un gesto majestuoso,
comenzó a deslizarse sobre el hielo. Cuando ella se aproximó a la zona del
lago, cercana al matorral, el príncipe comprobó que era una moza de tez blanca
como la nieve y con unos ojos de un azul grisáceo, fieles al reflejo del
entorno. Definitivamente era la criatura más hermosa que había contemplado en
toda su vida.
De repente, este
momento se vio interrumpido por un enorme oso que irrumpió de manera
estrepitosa en las inmediaciones del lago y que rápidamente fijó su mirada
sobre la muchacha, que se había quedado petrificada al verlo.
El oso se dispuso a
atacar a la doncella, pero el príncipe reaccionó rápidamente y se interpuso en
su camino. Con gran audacia disparó la flecha de su arco con tal puntería que
el oso cayó fulminado sobre la superficie helada.
La muchacha no salía de
su asombro, ¿quién era ese muchacho?, ¿de dónde había salido?... Él corrió
hacia ella y una vez comprobó que se encontraba bien procedieron a las
presentaciones.
Ella era la hija del
rey de la comarca vecina y él le explicó que era el príncipe de la región y que
afortunadamente paseaba por el bosque cuando la encontró. Fue un momento
mágico, inmediatamente algo surgió entre ellos y nunca más volvieron a
separarse.
Unos meses más tarde se
celebraron las nupcias entre el príncipe y la
princesa y hubo grandes festejos que se prolongaron durante una semana.
Y fueron felices y
comieron perdices.
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